jueves, 6 de octubre de 2011

Lector de códigos





















Se levanta tan temprano 
que casi no duerme. 
Pocas veces deshace la cama.
No desayuna,
tostadas,
sólo se bebe 
chupitos del cuervo de José. 
Los tiempos en vela 
no ve la televisión
le dan miedo los teletiendas.
Vestido como si tuviera una cita
dentro de cinco minutos.
Lee todo lo que hay que saber
sobre el código. 
Es su trabajo.
Esconde su identidad sabe que
siempre estará solo.
Nadie puede distraerle,
sería una catástrofe,
nunca debe olvidar
que solo está, 
siendo 
sólo un código.

Ratas de supermecado


Rata de cloaca, 
de alcantarilla,
de supermercado.
Saltó la primera de un 
carguero mauritano que 
se hundió en la bahía.
Estudió una carrera,
quería demostrar que 
nada tienen que envidiar
a sus primos los 
ratones de biblioteca.
Nunca a nadie se lo ha dicho,
añora vivir 
en la bodega 
de un barco.
Una vez estuvo apunto de 
enrolarse en un crucero polaco.
Pero allí no tenían 
ni carritos 
ni supermercados.

16 mijitas gaditanas